La autoestima es un concepto amplio y, en muchos sentidos, vago. En general, se relaciona con nuestra imagen, percepción de valía y capacidad respecto a uno mismo y/o con el entorno. Una baja autoestima suele expresarse mediante un complejo de inferioridad, nos sentimos menos o inferiores a los demás.
Así, cuando nuestra imagen es buena y tenemos una percepción razonable de nosotros mismos, vivimos con tranquilidad y seguridad respecto a nuestras posibilidades. Por el contrario, si nuestra autoimagen es mala y nos sentimos con una escasa capacidad o competencia sufriremos de ansiedad e inseguridad personal en muchas situaciones cotidianas. Nuestra autoestima puede ser buena o mala en términos globales o en relación a determinadas áreas o aspectos. Así podemos tener el sentimiento general de ‘no valer para nada’, o específicamente ser incapaz de hablar en público o relacionarnos con personas del otro sexo.
En este artículo nos gustaría darte algunos consejos para mejorar en relación a aspectos específicos en los que te sientes débil o con falta de capacidad. Puedes hacer una lista de lo que quieres mejorar y comenzar poco a poco. Sin embargo, si te inunda un sentimiento de total inutilidad que te hace sentir que no vales en ningún sentido, es mejor que acudas a un equipo de psicólogos especializados dado que en estos casos es necesaria una ayuda externa.
¿Qué implica tener una buena Autoestima?
Tener una buena o adecuada autoestima supone no tener complejos de inferioridad, aún a pesar de ser consciente de que no se es bueno en todo. Se conocen las propias capacidades y limitaciones sin que estas últimas supongan un problema. De hecho, suele existir una motivación de autosuperación sin miedo en aquello que se desea lograr. Es decir, no hay sensación de problema, de inseguridad.
Sin embargo, una excesiva autoestima paradójicamente puede causar muchos problemas, tanto personales como sociales. La sobrevaloración de las propias capacidades es una fuente de frustración así como de enfrentamiento constante con el entorno, propio de personalidades narcisistas que necesitan de la atención y admiración de los demás.
¿Cuál es la causa de una baja Autoestima?
Como psicólogos sabemos que si algo define a una baja autoestima es el miedo y la inseguridad en la vida, globalmente o respecto a algún aspecto. Se trata de un sentimiento de incapacidad que llega a paralizar cualquier intento de superación.
Las posibilidades que hacen que una persona desarrolle una baja autoestima son múltiples y diversas. Una vida con experiencias negativas desde la infancia en donde no se ha recibido una valoración adecuada por parte de padres o progenitores puede conducir a una visión negativa global de nosotros mismos. Frases como ‘no vales para nada’, ‘eres una inútil’ o ‘mira tu hermano que bien lo hace, no como tú’, son auténticos torpedos que pueden destruir la autoestima global así como la salud mental.
Por el contrario, fracasos o experiencias negativas en áreas concretas suelen conducir a una inseguridad y baja autoestima en aspectos concretos. Es el caso, por ejemplo, de la persona que se siente incapaz de establecer nuevas relaciones sociales, o con el otro sexo. Una de las causas, por ejemplo, podría encontrarse en el periodo de escolarización en donde se fue objeto de burlas por los compañeros durante años. Para estas personas el temor al ridículo en determinados contextos todavía sigue vivo, a pesar de que aquello ya pasó.
Es de estos últimos casos de los que vamos a hablar.
¿Cómo mejorar mi baja Autoestima?
Te ofrecemos unos ejercicios que te ayudarán a mejorar en los aspectos en los que te sientes más débil o con más baja autoestima. Ten paciencia, no trates de ir deprisa, y sigue estas instrucciones que, como psicólogos, hemos comprobado su eficacia en la consulta:
Ante todo, haz una lista:
- Primero debes tener claro en qué aspectos de tu vida te sientes inferior, incompetente o con baja autoestima. Haz una lista de las competencias concretas que te gustaría desarrollar, sabiendo que no podrás abordarlo todo a la vez. Una a una.
- Intenta especificar lo con la mayor concreción en que consiste cada dificultad. Por ejemplo, si sientes miedo en grupos sociales nuevos, puedes indicar el temor a hablar, a dirigirte un desconocido, a expresar tu opinión, mirar a los ojos cuando te hablan, etc.
- Una vez que has elegido la dificultad que quieres abordar con todos sus detalles, trata de imaginar durante un rato cómo sería tu vida si el problema estuviese ya resuelto o nunca hubiese existido. Es decir, imagínate y pregúntate ‘¿Cómo me comportaría hoy si me sintiera seguro en mi relación con los demás? ‘. Recréalo durante un rato, disfruta imaginándotelo.
- De lo que has imaginado, en sus más mínimos detalles, haz una lista de las cosas nuevas o distintas que harías, ordenadas según su dificultad, de menos a más.
- A partir de ahí, comienza a poner en práctica, uno por día, cada uno de estos aspectos o comportamientos, empezando por los más fáciles, aumentando progresivamente la dificultad. Si alguno se resiste, emplea los días que necesites antes de pasar al siguiente. No trates de ir con rapidez, es un proceso que lleva tiempo. Tampoco trates de abordar más de uno a la vez, te puedes bloquear.
Al mismo tiempo visualízate:
- Todos los días, siéntate en un sillón cómodo, cierra los ojos y dedica 15 minutos a visualizarte de la forma más concreta posible en relación a esa competencia que quieres conseguir, como si ya la hubieses conseguido.
- Recréate imaginándote ya has cambiado, siendo como quieres ser en situaciones reales de tu vida cotidiana. Observa a esa persona que te gustaría ser, ya cambiada, como si el problema nunca hubiese existido o ya se hubiese solucionado.
- Es posible que durante este ejercicio de visualización, te digas a ti mismo cosas tales como ‘eso es imposible’, ‘no voy a poder’. Contrarresta esta voz interior con un ‘puedo hacerlo, soy capaz’. A veces tenemos un ‘tirano interno’ que nos asusta, nos impide lograr lo que queremos.
- Realiza esta práctica todos los días, mientras dure el abordaje de cada una de tus dificultades. No la abandones, te ayudará a vencer tus resistencias en la puesta en práctica de los comportamientos de tu lista.
Este ejercicio se basa en la realización de un esfuerzo progresivo en dificultad respecto del propósito que queremos lograr. Los ejercicios de visualización nos ayudarán a ir venciendo las resistencias que encontremos en esta práctica. A medida que logras ir superándote en aquello en lo que te sientes débil, notarás como tu sensación general de autoestima es mayor.
No olvides que puedes hacerlo
Si algo hemos aprendido como profesionales de la psicología es que prácticamente hay pocas cosas que no se puedan cambiar. El ejercicio que te hemos indicado ha mostrado eficacia en nuestra consulta en el abordaje de inseguridades y miedos respecto a áreas concretas en la vida. Ten paciencia, dedica el tiempo que necesites en cada competencia nueva que quieras lograr, sin prisas.
Como hemos indicado, frecuentemente tenemos una voz interior, un tirano que nos hace desconfiar de nosotros. Es el resultado de las malas experiencias que han debilitado nuestra autoestima. Si algo puede callar esta voz es contrarrestándola con progresivas experiencias positivas, así como con la visualización de que ya lo hemos conseguido. En parte estamos tratando de engañar al cerebro ‘haciéndole creer’ que realmente tu eres así, con lo cual acabarás teniendo menos miedos y frenos.
No obstante, si sientes que no puedes, que tu baja autoestima te afecta en muchos aspectos, lo mejor es que acudas a un buen equipo de psicólogos profesionales.
José de Sola
DE SALUD PSICÓLOGOS / Psicólogos en Madrid / Psicólogos en Málaga