El Autorreproche, ¿En qué consiste?

El autorreproche es la acción de reprenderse o criticarse a uno mismo. Es incontrolado, ocurre esporádicamente, de forma natural y adaptada, o puede también convertirse en algo constante que dificulta la vida cotidiana. La acción de autorreprocharse es un mecanismo en principio necesario, nos permite mejorar o corregir acciones y comportamientos inadecuados. El problema surge cuando el autorreproche es frecuente, continuado, lo que produce sufrimiento y parálisis personal.

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¿Por qué nos autorreprochamos?

La capacidad de autorreproche, como hemos dicho, es necesaria y lógica como adaptación al entorno y medio de mejora y superación personal. Si nos nos reprochásemos, no seríamos capaces de cambiar o evolucionar. Desde que nacemos, todo un sistema de valores, normas, códigos éticos, aspiraciones, objetivos e imágenes de los demás (esencialmente de los padres), se incorporan en nosotros como un sistema de referencia interno, guiando nuestra vida de forma inconsciente. En estos casos, el autorreproche es la advertencia, la alarma que nos advierte de que algo no lo estamos haciendo bien, que nos estamos saliendo de lo aprendido, de lo correcto, de nuestras aspiraciones, ideales u objetivos. Habitualmente el autorreproche es totalmente involuntario, no tenemos control sobre él, por eso, en ocasiones, más que una ayuda, es un obstáculo que produce sufrimiento e incapacidad.

Cuando el autorreproche se convierte en un castigo

Con frecuencia nuestro sistema de valores interno es muy exigente. Esto suele deberse a que nos hemos identificado con figuras duras que no nos han valorado lo suficiente, o hemos sufrido indiferencia, devaluación o crítica excesiva. También influyen entornos altamente exigentes o crearse un ideal de uno mismo excesivamente elevado o irreal. En todos estos casos, el autorreproche se convierte en un castigo que bloquea, entorpece o hace sufrir, afectando el ámbito laboral, social, familiar o personal.

Desde aquí son frecuentes dificultades psicológicas como el perfeccionismo, los bloqueos emocionales, timidez, la pérdida de autoestima, la ansiedad, o la depresión, ideas obsesivas, entre otras.

Autorreproche por sentimientos de culpa

El sentimiento de culpa es la sensación de haber hecho algo malo, de haber dañado o perjudicado a otras personas. Es un semáforo, una advertencia, que permite modular nuestra conducta dentro del entorno. Si no existiese, podríamos hacer cualquier cosa sin remordimientos, tal y como sucede con las personalidades antisociales o psicopáticas.

La culpa es, por tanto, un sistema de control, de seguridad. Es inconsciente e involuntaria, apenas se puede controlar y dado que protege un sistema moral de referencia, muestra diferencias entre grupos culturales y religiosos. Es decir, lo que es malo en una cultura o grupo, se acepta y es bueno en otras. En este sentido, hay culturas o grupos que fomentan más el sentimiento de culpa que otros. Así, para la religión católica, todos somos irremediablemente culpables desde que nacemos (‘nacemos pecadores y tenemos que redimir nuestros pecados…’). Pero también los sentimientos de culpa, o su intensidad, varían entre las personas dentro de un mismo entorno o grupo.

En estos casos, el autorreproche se convierte en el instrumento al servicio de los sentimientos de culpa. ‘Eres malo, egoísta, mala persona, no se puede confiar en tí …‘, son autorreproches habituales en este sentido. Ahora bien, estos autorreproches pueden ser útiles y razonables si realmente hemos hecho algo malo, hemos perjudicado intencionadamente a alguien. Pero igualmente pueden ser injustificados e inútiles si proceden de un sistema interno moral tan exigente que apenas permite hacer nada sin sentir culpabilidad. Por ejemplo, hay personas que no se permiten el disfrute, la felicidad y gozo en la vida, se autorreprochan ser egoístas, se sienten fácilmente culpables si disfrutan, dado que otras personas o sus propios padres no han tenido esa posibilidad.

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Autorreproche por sentimientos de vergüenza

Por el contrario, el sentimiento de vergüenza se basa en la sensación interna e involuntaria de ser insuficiente o incapaz, con el consiguiente miedo al rechazo, la crítica o burlas de los demás.

Puede darse en pocas o amplias áreas de la vida. Así, alguien puede sentir vergüenza en las relaciones sociales e interpersonales; en este caso nos encontraríamos con timidez, fobia social, miedo a sonrojarse, o ansiedad social. Otras personas circunscriben su sentimiento de vergüenza al ámbito laboral, sufriendo la inquietud de no ser lo suficientemente competentes, de hacer su trabajo peor que los demás, o con temor constante a ser despedidos. Pero también se observa en el entorno familiar, en donde alguien puede sentirse menos que sus hermanos, primos, pareja, con miedo a ser repudiado o abandonado.

El autorreproche en este caso se centra en pensamientos y sentimientos de insuficiencia, inferioridad, torpeza o ridículo frente a otros. Estos autorreproches pueden ser útiles si facilitan un cambio y mejora puntual, o perjudiciales, si son constantes y bloquean la vida cotidiana. Y como en el caso anterior, son el resultado de autoexigencias que provienen de antiguas identificaciones con padres o entorno infantil inmediato, exigentes o crueles. Experiencias como haber sido ridiculizado frente a otros, comparado negativamente con otras personas, experiencias de fracasos no resueltas, o dudado de la propia capacidad, son capaces de producir un autorrechazo permanente fruto de una autoimagen devaluada, llevando a una baja autoestima.

José de Sola
Psicólogo psicoterapeuta en DE SALUD PSICÓLOGOS

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Publicado en Psicología y salud.