Los mecanismos de defensa son estrategias psicológicas inconscientes o involuntarias puestas en juego para adaptarnos a una realidad. Todos utilizamos mecanismos de defensa, forman parte de un normal funcionamiento psicológico.
Sin embargo, un mecanismo de defensa se convierte en patológico cuando conduce a un comportamiento inadaptado. En estos casos, la salud, tanto física como mental, se ve afectada dando lugar a problemas y síntomas psicológicos. De hecho, la mayor parte del sufrimiento y de estos síntomas son los propios mecanismos de defensa.
¿Cuál es la función de los mecanismos de defensa?
El propósito de los mecanismos de defensa es la protección frente a una ansiedad proveniente tanto de impulsos y tensiones internas como de exigencias de una realidad externa.
Los mecanismos de defensa son un intento de adaptación, de protección totalmente involuntaria e inconsciente. Sin embargo, al ser muy primitivos, frecuentemente acaban produciendo más problemas que beneficios. El caso más frecuente y conocido, por ejemplo, son las fobias. Una fobia no es más que un mecanismo de defensa frente una ansiedad, habitualmente interna e inconsciente que, focalizada en objetos o situaciones concreta, lleva a conductas extremas de evitación que también acaban siendo problemáticas, interfiriendo el normal desarrollo de la vida cotidiana.
Es frecuente que tras situaciones o eventos traumáticos extremos, como puede ser una catásfrofe, atentado, violación, agresiones o abusos, tanto de forma puntual como continuada en el tiempo, se produzca lo que se llama ‘disociación’. La disociación es un mecanismo de defensa de autoprotección frente a emociones y recuerdos dolorosos que no se han procesado adecuadamente.
Para evitar el sufrimiento, la disociación escinde una parte de lo acontecido y lo sume en el olvido; es decir, lo borra. Sin embargo, dicho borrado no es completo, dado que el sufrimiento y las emociones no resueltas quedan ‘estancadas’, tendiendo a salir en forma de ‘flashbacks’ o percepciones sensoriales intrusivas bruscas e inexplicables (como olores, sabores, imágenes o ruidos, entre otros), bloqueos emocionales y síntomas psicosomáticos, aunque se mantiene la amnesia y olvido de lo sucedido. Así, tras una disociación tenemos a una persona sin consciencia directa de un sufrimiento anterior, pero que vive con dolores corporales y molestias físicas psicosomáticas junto a problemas psicológicos como inquietud, insomnio, irritabilidad, comportamientos impulsivos, abuso de comida, alcohol o drogas.
Anna Freud y los mecanismos de defensa
Los mecanismos de defensa los describió por primera vez Sigmund Freud como imprescindibles en un sano y normal desarrollo psicológico. Posteriormente su hija Anna Freud los investigó y desarrolló en profundidad. No podemos vivir sin mecanismos de defensa. De ellos depende nuestra adaptación al entorno y nuestra existencia como seres humanos.
Tipos de mecanismos de defensa
Existen multitud de mecanismos de defensa. Los más conocidos son la represión, el desplazamiento, la formación reactiva, la negación, la disociación, la proyección, la racionalización, la regresión, la sublimación, la introyección o la fijación. Todos ellos son auténticos ‘guerreros’ que buscan nuestra protección y defensa de forma inconsciente e involuntaria. Es decir, no somos conscientes de ellos en absoluto ni tenemos capacidad de provocarlos ni de evitarlos voluntariamente.
¿Por qué no siempre son útiles los mecanismos de defensa?
Los mecanismos de defensa aparecen como un intento de control de la ansiedad así como de la necesidad de adaptación a realidades externas e internas difíciles. El problema es que cuando estos mecanismos se ‘exceden’ en su labor de defensa y protección acaban interfiriendo en la vida diaria. Es el caso del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) o de las fobias. Es decir, cuando hay problemas psicológicos, los síntomas son el resultado de la acción, en estos casos extrema, de dichos mecanismos.
Por lo tanto, una parte importante de la psicoterapia se basa en la eliminación o modificación de dichos mecanismos con la finalidad de poder hacer frente a los conflictos internos o externos de forma más adaptativa y reducir el sufrimiento. Esta tarea no es fácil porque existe otro mecanismo psicológico llamado ‘resistencia‘ que no es más que el rechazo inconsciente u oposición frente al tratamiento. Es decir, paradójicamente, aunque queramos cambiar y dejar de sufrir, una parte inconsciente, no quiere, se resiste, pretendiendo mantener los mecanismos que han conducido al paciente a buscar ayuda psicológica. Este es un fenómeno que todos los psicólogos y psicoterapeutas conocemos muy bien.
José de Sola
DE SALUD PSICÓLOGOS / Psicólogos en Madrid / Psicólogos en Málaga