La adicción al sexo, hipersexualidad o deseo sexual compulsivo, es una adicción comportamental sin sustancias, aunque puede coexistir con el abuso de drogas. Puede convivir con los trastornos obsesivos y se caracteriza por una necesidad de actividad sexual frecuente, promiscua, incontrolada y repetida, habitualmente con distintas personas.
En la adicción al sexo es frecuente la masturbación, el abuso de pornografía, de prostitución o de cibersexo, así como el sexo con desconocidos. Es un impulso incontrolable, inmediato, que después produce sentimientos de culpa y puede conllevar graves problemas económicos, sociales, con la familia y pareja.
¿Cuáles son las consecuencias de la adicción al sexo o hipersexualidad?
La adicción al sexo es más frecuente en varones, aunque también existe entre mujeres y suele llamarse coloquialmente ‘ninfomanía’. Dado que en esta adicción es frecuente el engaño, las consecuencias suelen ser la infidelidad y los problemas de pareja así como las dificultades económicas, dado el gasto que supone el cibersexo o la prostitución, medios habituales de recurso sexual. En general la vida del adicto se centra casi exclusivamente en el sexo, limitando gravemente su vida persona y social.
¿Cuáles son los síntomas de la adicción al sexo o hipersexualidad?
Los síntomas más relevantes de la adicción al sexo o hipersexualidad son:
- Búsqueda de sexo constante, a pesar de las consecuencias negativas que tiene y de los problemas que ya ha producido.
- Pensamientos obsesivos o fantasías de sexo constantes a lo largo del día.
- Masturbación frecuente.
- Incapacidad de controlar el impulso sexual.
- Se dedica mucho tiempo a la búsqueda sexual, lo que acaba aislando de las actividades cotidianas.
- Consumo paralelo de drogas, principalmente de cocaína.
- Baja autoestima y preocupación por los logros sexuales.
- Presenta síndrome de abstinencia cuando no puede mantener este tipo de relaciones.
- Sentimientos de culpa y de vacío.
Santiago, uno de nuestros pacientes, tenía pareja estable. Sin embargo, en determinados momentos no podía detener la necesidad de llamar a alguna chica con la que había contactado a través de las redes sociales y ofrecerle dinero por sexo. También estaba en varias páginas de contactos y, de vez en cuando, quedaba con alguna chica desconocida para mantener relaciones sexuales. Lo mismo sucedía con prostitutas profesionales, a las que acudía en los momentos en donde no tenía otra oportunidad para lograr un contacto sexual.
Era un deseo incontenible que se asociaba a situaciones de aburrimiento, inquietud o de ansiedad y se expresaba en la necesidad incontenible de tener una aventura sexual. Después tenía fuertes sentimientos de culpa que le llevaban a beber alcohol.
Teniendo en cuenta que la mayor parte de los contactos sexuales los pagaba, el gasto era muy importante, lo que al final le acabó produciendo serios problemas económicos, principalmente si tenemos en cuenta también su consumo de otras drogas, como la cocaína o la marihuana, que alternaba con el alcohol. Todo ello tenía por finalidad controlar sus momentos de disforia y desasosiego personal, que eran permanentes y que siempre le estaban acechando. A pesar de que su pareja acabó enterándose y, tras dejarle dos veces, volvió con él, Santiago seguía sin poder controlar estos impulsos.
Tratamiento psicológico de la adicción al sexo o hipersexualidad
Las personas adictas al sexo, o con deseo sexual compulsivo, suelen tener ser conscientes de tener un problema. Habitualmente son ellas mismas quienes buscan tratamiento y acuden a consulta tras enfrentarse a las primeras dificultades de pareja, con amigos, laborales o económicas. Lo habitual es que el tratamiento psicológico se combine con otras adicciones, siendo lo más habitual el alcohol o la cocaína. Igualmente, suele ser conveniente un apoyo médico simultáneo al tratamiento psicológico con la finalidad de lograr el control de los impulsos así como manifestaciones como la ansiedad.
El tratamiento psicológico de la adicción al sexo se basa en una psicoterapia individual que analice las carencias y el vacío personal que han dado lugar a esta adicción. Es útil, desde nuestra experiencia como psicólogos, la utilización conjunta y simultánea de una psicoterapia de grupo o terapia de pareja, así como la ayuda de técnicas como la Integración del ciclo Vital (ICV), el EMDR o el brainspotting.