La fagofobia es un miedo irracional a tragar o atragantarse al comer. Se siente la garganta más estrecha, o como si hubiera algo que impide tragar, lo que genera el temor de que la comida no podrá pasar y se producirá un ahogamiento.
Las personas con esta fobia, o miedo a atragantarse, sólo suelen comer alimentos fáciles de tragar y los mastican excesivamente. Algunos fagofóbicos dejan incluso de comer o acaban tomando únicamente líquidos, lo que convierte a esta fobia en un trastorno grave de la alimentación. Ocurre tanto en niños como en adultos, y lo más habitual es que se eviten alimentos que necesitan de una mayor masticación, como la carne.
¿Cuál es la causa de la fagofobia?
La fagofobia es un trastorno de origen psicológico cuya causa a veces se basa en un hecho traumático anterior, algún episodio de atragantamiento que causó un gran temor y angustia.
No obstante, la fagofobia también puede originarse como una derivación de otro tipo de angustia no siempre relacionada originalmente con la comida. Con frecuencia es una expresión simbólica inconsciente de situaciones y conflictos difíciles de afrontar, o de ‘tragar’.
Síntomas de la fagofobia
Cada vez que surge el momento de comer, los síntomas de la fagofobia suelen ser:
- Pensamientos recurrentes y miedos sobre la comida.
- Ansiedad anticipatoria.
- Recuerdos de otros momentos en los que se pasó mal.
- Dificultad para respirar, mareos, sudoración, ahogo.
- Náuseas, boca seca, temblores, palpitaciones.
- Miedo a morir atragantado, ataques de ansiedad.
No nos engañemos: La persona que sufre fagofobia, o miedo a atragantarse, sabe lo absurdo de su temor, pero como en todas las fobias el miedo incontrolado no le permite comer con tranquilidad. Por increible que parezca, es real la sensación física de que la garganta se ha estrechado, de tener algo dentro que impide digerir la comida. Nunca debemos considerarlo una invención.
La peor que se puede hacer con una persona que sufre de fagofobia, principalmente si es un niño, es hacerle comer a la fuerza. La tensión y ansiedad de esta situación puede llegar a producir un atragantamiento auténtico, con lo que empeoramos la situación de temor. Lo ideal es preparar comida que el propio paciente sienta que puede tragar, en pequeñas cantidades, y disponiendo de todo el tiempo del mundo. La personas que sufren fagofobia suelen tardar muchísimo en comer, lo hacen muy despacio y emplean mucho tiempo en la masticación. Lo más importante es frenar la pérdida de peso y evitar la desnutrición.
¿Qué problemas produce la fagofobia?
Los problemas de la fagofobia son tanto médicos como psicológicos: Inanición, pérdida de peso, cambio drástico de alimentos básicos por líquidos, falta de proteinas, vitaminas y minerales, así como aislamiento social e inseguridad personal. Hay que tener en cuenta que en muchas situaciones sociales, incluso laborales, el comer con otras personas es imprescindible, lo que acaba llevando a evitarlas y, por lo tanto, el contacto con los demás.
En algunas ocasiones muy extremas, hemos observado pacientes con dificultad incluso para beber agua, lo que indica la gravedad de algunos casos.
Tratamiento psicológico de la fagofobia
El tratamiento psicológico de la fagofobia, o el temor a atragantarse, suele ser muy específico, si esta fobia no está asociada con otras, como por ejemplo, fobias sociales graves. También es imprescindible un reconocimiento médico previo para confirmar que no existe ningún problema orgánico real en la garganta que impida el comer.
Nuestra experiencia de psicólogos ha sido habitualmente muy buena con estos pacientes, obteniendo muy elevados índices de recuperación. En este sentido, proporciona buenos resultados el tratamiento con EMDR (dado que puede haber un acontecimiento traumático de atragantamiento vivido u observado en otra persona), hipnosis clínica, autohipnosis, así como el método SHEC o Técnicas de Integración Cerebral, el Brainspotting, la relajación o las visualizaciones dirigidas. Si la fagofobia está inmersa dentro de un grupo de fobias más amplias, es necesaria además una psicoterapia breve o de larga duración, según el caso.