Hay que distinguir entre el miedo a volar, o aerofobia, y la fobia a los aviones. La fobia o miedo a volar se relaciona con el propio temor a volar, el miedo a una catástrofe o accidente. El temor a los aviones, además del propio miedo a volar, también puede relacionarse con una claustrofobia derivada del recinto cerrado y estrecho del avión, así como de la angustia de no poder salir en un momento dado. Es la sensación de sentirse encerrado, sin salida o escapatoria. El peor momento de estas personas es cuando sienten que se cierra la puerta del avión y ya no tienen salida posible.
El temor a volar y el miedo a los aviones pueden manifestarse juntos o de forma separada.
¿Cuál es la causa del miedo a volar?
¿Qué consecuencias tiene el temor a volar o el miedo a los aviones?
Si nos referimos al miedo a los aviones en relación al espacio cerrado, estamos hablando de una claustrofobia específica. Tanto en el caso del temor a volar como del miedo a los aviones, las consecuencias son las mismas, una evitación constante del avión. Esto produce problemas serios en determinados puestos profesionales en donde el avión es imprescindible para el trabajo. También afecta el ocio y el viajar, condicionando constantemente los destinos y tipos de viaje, lo que acaba dando problemas dentro del entorno de la pareja o familia.
El temor a volar en sí mismo, cuando es forzoso u obligado, puede conllevar un alto consumo de alcohol o de tranquilizantes que de forma repetida, acaba convirtiéndose en una costumbre peligrosa y antesala de una adición.
¿Cuáles son los síntomas del miedo a volar o la fobia a los aviones?
En el miedo a volar aparecen los siguientes síntomas:
- Ansiedad extrema, palpitaciones.
- Sudoración y taquicardias.
- Aumento de la tensión.
- Elevada ansiedad anticipatoria, los días antes o camino del aeropuerto.
- Temblores.
- También pueden darse ataques de pánico.
- Ideas o imágenes desastrosas anticipatorias.
- Evitación directa de volar o reemplazar el avión por otro medio de transporte con el consiguiente trastorno.
Paradójicamente, al igual que en la fobia a conducir o amaxofobia, en muchos casos el miedo a volar suele relacionarse simbólicamente con un conflicto con el alejamiento, con la independencia personal respecto de personas importantes. Existe culpa o temor a dañarles con la propia libertad de movimientos. A veces hemos encontrado padres posesivos a los que les cuesta que sus hijos vivan de forma independiente y lejos de ellos. En otras ocasiones lo hemos observado en cónyuges, hermanos, familias muy agrupadas, abuelos o amistades íntimas de las que se depende. En estos casos, estos movimientos y autonomía personal producen culpabilidad, se siente que se les hace daño, aún a pesar del propio deseo de libertad de movimientos. El conflicto está servido y, lo más habitual es que sea inconsciente. Los propios mecanismos inconscientes de defensa acaban dando una respuesta o solución simbólica: la fobia al volar acaba cerrando el conflicto, eso sí, con una importante limitación. A partir de este momento el problema ya no es querer moverse con libertad y viajar, sino que no se puede, se tiene una fobia. Esto resolvería finalmente la culpabilidad y el enfrentamiento interno.
Tratamiento psicológico de la fobia a los aviones o del miedo a volar
En el tratamiento psicológico de la fobia a volar o del miedo a los aviones, desde nuestra experiencia como psicólogos, suele responder bien el EMDR, el método SHEC, Técnicas de Integración Cerebral, la hipnosis clínica, el brainspotting o el EFT.
Como en otras fobias, si el miedo a volar o la fobia a los aviones es una extensión de una angustia más profunda, es conveniente adicionalmente el tratamiento con psicoterapia breve o, en su caso, de larga duración. Siempre hay que tener presente en estos casos la posibilidad de un conflicto interno no resuelto y en donde la fobia representa un intento de solución.