La nictofobia o fobia a la oscuridad es una fobia caracterizada por un miedo irracional y desmedido a la noche o a la oscuridad. También se la conoce como escotofobia, acluofobia, ligofobia o mictofobia.
Esta fobia es más común en los niños, pero también la hemos observado en muchos casos en adultos con consecuencias incapacitantes. Esencialmente se refleja en los riesgos imaginados que podrían aparecer o estar escondidos en la oscuridad, a pesar de lo absurdo que al propio afectado le puedan resultar.
¿Cuál es la causa de la nictofobia o fobia a la oscuridad?
Algunas investigaciones apuntan a que el miedo a la oscuridad comienza a aparecer antes de los dos años de edad, lo que quiere decir que todo el mundo en algún momento de su vida lo ha padecido.
El temor a la oscuridad es más frecuente en los niños, aunque también puede desarrollarse solo cuando se llega a la edad adulta. Las posibles causas son muchas. Como en otras fobias, pueden basarse en malas experiencias previas en un entorno oscuro, abundancia de pesadillas durante la noche, abuso de películas de terror en personalidades altamente sensibles y experiencias traumáticas o de abandono.
¿Cuáles son los síntomas de la nictofobia o fobia a la oscuridad?
Cuando el miedo a la oscuridad pasa a ser obsesivo y exagerado, llega a convertirse en una conducta problemática dado que interfiere el trascurso de la vida cotidiana. A pesar de que las amenazas físicas relacionadas con la oscuridad no son reales y no se tiene constancia de posibilidad del suceso imaginado, normalmente no alivia el pánico. Esto da lugar a los siguientes síntomas:
- Ansiedad y miedo descontrolado durante la noche o en sitios oscuros.
- Necesidad de dormir con la luz encendida.
- Ataques de pánico.
- Pesadillas, dificultades para dormir.
- Incapacidad para dormir solo o estar sin compañía en un sitios oscuros.
- Náuseas, sudoración, temblores, vómitos.
- Serias interferencias de la vida habitual y cotidiana.
¿Cuáles son las consecuencias de la nictofobia o fobia a la oscuridad?
Tanto en los niños como en los adultos, la nictofobia o fobia a la oscuridad, tiene implicaciones importantes por su interferencia en la vida cotidiana. Desde no poder dormir solos o sin luz hasta la incapacidad de soportar un espacio oscuro o un apagón en un momento dado. Normalmente ocurre durante la noche, y en espacios exteriores.
La diferencia de la nictofobia entre niños niños y los adultos es importante. Los primeros son incapaces de diferenciar lo real y lo absurdo del miedo, mientras que un adulto sabe lo ilógico del temor, pero no lo puede controlar.
Laura acude a nuestra consulta acompañada por su pareja, con la que lleva muy poco tiempo. Recientemente han tenido discusiones en relación a su temor a la oscuridad desde que un día él la gastó una broma apagándole la luz. Laura tuvo en aquel momento un ataque de pánico, quedando en evidencia el problema que mantenía oculto desde hacía varios años. No solo no soportaba la oscuridad, sino que no podía dormir con la luz apagada y necesitaba compañía cuando se desplazaba a sitios oscuros o despoblados. Sin embargo, una de sus mayores dificultades se encontraba en su dificultad para viajar, algo que tenía que hacer con frecuencia sola por trabajo. Igualmente le era imposible en sus vacaciones ir a hoteles rurales en el campo, a pesar de que amaba la naturaleza.
Con su pareja también tenía problemas; tenía que dejar siempre la luz del dormitorio encendida y le pedía constantemente compañía entrando en un estado de dependencia que interfería una relación tranquila entre ellos.
¿Cuál es el tratamiento psicológico de la nictofobia o fobia a la oscuridad?
El tratamiento psicológico de la nictofobia o fobia a la oscuridad depende de si estamos ante un síntoma aislado o forma parte de un cuadro psicológico más amplio como el derivado de estados de ansiedad, depresión o estrés postraumático, entre otros posibles. En este último caso es necesaria una psicoterapia individual específica.
Cuando la sintomatología es aislada y se circunscribe solo a la nictofobia, es útil y hemos obtenido siempre muy buenos resultados utilizando técnicas específicas como la Hipnosis clínica, la Autohipnosis, el EFT, el EMDR, la Relajación, las Técnicas de Integración Cerebral o el Brainspottting, entre otras posibles.