Las crisis personales o crisis vitales tienen que ver con todos aquellos momentos de cambio o transición personal que cuesta trabajo afrontar y que frecuentemente sentimos que nos desbordan o no somos capaces de resolver. Producen malestar en la medida en que no se es capaz de darles solución, pero sin embargo, desde un punto de vista positivo, son un auténtico motor de cambio dado que forman parte de la vida.
Cuando detrás de un cambio o acontecimiento nos quedamos atascados es cuando nos encontramos con una crisis personal o crisis vital.
¿Cuales son los tipos de crisis personales o vitales?
Por un lado se encuentran las crisis personales o crisis vitales evolutivas, resultado de la propia evolución personal, en donde abandonamos una etapa y nos enfrentamos a otra, con todo lo bueno y malo que conlleva para nosotros.
Por otro lado, están las crisis producidas por acontecimientos inesperados, tales como la pérdida de un ser querido, una separación, un despido, traslados, enfermedad, un embarazo no esperado, etc. En general, dependiendo de como se afronten, tendremos problemas adaptativos que podrían necesitar de ayuda psicológica externa.
¿Cuáles son los síntomas de las crisis vitales?
Principalmente, en las crisis personales o vitales, nos encontramos con:
- Ansiedad y estrés.
- Apatía y depresión y tristeza.
- Problemas psicosomáticos.
- Sensación de ‘no haber salida’.
- Irritabilidad.
- Aislamiento.
- Sensación de conflicto interior o exterior.
- Desorientación, confusión y desconcierto.
- Sensación de estar perdido.
- Frustración e impotencia.
- Inestabilidad emocional.
- Shock o bloqueo.
- Abandono personal y social.
- Malestar, vacío interior.
- Pérdida de hábitos saludables.
Las crisis vitales personales o vitales son auténticos motores de cambio, aunque en el momento en que se viven exista sufrimiento y desesperanza. No es fácil verlo así por los pacientes afectados, que en momento en que acuden a consulta sienten que el mundo se les cae, que todo se derrumba a su alrededor, que no hay salida.
Ver la vida como un flujo natural de acontecimientos, con subidas y bajadas, no es habitual en la medida en que se nos ha enseñado desde siempre que lo natural es estar siempre bien, obviando los baches y malos momentos. Resulta cruel ver como se pide o exige a quien ha vivido una desgracia, cambio o pérdida, que ‘tiene que estar bien’, que debe tranquilizarse. El malestar, el miedo, la desesperanza, forman parte de la existencia, principalmente tras acontecimientos o momentos vitales relevantes, y hay que dejar que sigan su curso, que den lugar a la fortaleza necesaria para seguir adelante.
Como decía Bert Hellinger, siempre ‘cuando una puerta se cierra, otra se abre’.
¿Cuál es el tratamiento psicológico de las crisis personales o crisis vitales?
Ante todo, ante las crisis personales o crisis vitales hay que cuidar más que nunca el propio cuerpo (dormir lo suficiente, hacer ejercicio, comer equilibradamente), además de seguir haciendo lo que a uno le gusta, no aislarse, practicar actividades al aire libre, así como no abandonar la vida cotidiana. Hay que dejar tiempo a que nuestros propios recursos se hagan cargo de la situación.
Si además, tras un tiempo prudencial, se necesita de ayuda externa, como psicólogos hemos observado la eficacia de la psicoterapia breve o psicoterapia de apoyo con la ayuda de algunas técnicas como el EMDR, EFT, brainspotting, Hipnosis clínica o el Focusing.