Los problemas que habitualmente presenta el afrontar un aborto se relacionan o con la sensación de culpabilidad, si se ha provocado, o con la depresión si se trataba de un embarazo deseado.
Hay que tener en cuenta que alrededor de un 15 por ciento de los embarazos acaban en aborto antes del primer trimestre. A estos hay que añadir los casos de las primeras semanas. En general, hasta un 70 por ciento de los abortos se deben a anomalías cromosómicas, es decir, suponen un mecanismo natural biológico de selección.
¿Cuáles son las consecuencias de los abortos?
Las consecuencias más habituales a la hora de afrontar un aborto son la culpabilidad y la depresión, sobre todo si se trata de una decisión no meditada o motivada por circunstancias personales, o presiones sociales y económicas.
Si el aborto es espontáneo, debido a un accidente o enfermedad es frecuente la depresión, la ansiedad, la sensación de vacío y sentimientos de culpabilidad con pensamientos rumiantes y recurrentes que acaban produciendo más ansiedad.
¿Cómo afrontar un aborto?
Si se trata de un aborto involuntario o accidental es bueno el apoyo de alguien de confianza como la pareja, la familia o los amigos. No conviene contener las emociones, hay que expresarlas con personas de confianza sabiendo que existe un duelo en donde la tristeza será natural durante un tiempo. Puede ser el momento de elaborar nuevos planes vitales como ayuda personal.
Si el abortar fue voluntario, es bueno hablar, apoyarse en alguien de confianza para expresar las emociones negativas, así como diseñar planes y alternativas vitales. No obstante, si el malestar persiste durante mucho tiempo es necesaria ayuda psicológica.
Tanto si es deseado y provocado, como si fue accidental, un aborto marca la relación de pareja; hay un antes y un después que puede desestabilizar la relación. Siempre queda en la memoria el bebé que no nació. Y esto, de alguna forma, condiciona al resto de la descendencia, tanto de forma abierta como oculta, llegando a constituir a veces un secreto en la historia de la familia.
A veces al siguiente hijo que nace se le pone el nombre el hermano que no llegó a nacer, como un intento de ‘revivirle’, de no perder su memoria, y esto conlleva un peso emocional que condiciona la vida del siguiente que tiene que cargar con dicha memoria, aún sin saberlo.
Desde nuestra experiencia como psicólogos, el bebé no deseado continúa en la memoria en una mezcla de añoranza y culpa. Laura, una de nuestras pacientes, aún sigue recordando aquel aborto por imposición familiar, aquel bebé fruto de una violación. Todavía, treinta años después, llena de culpa habla con él, le añora, y le pide perdón.
Tratamiento psicológico tras un aborto
En general, si el malestar perdura más allá de varios meses e interfiere la vida cotidiana tras el aborto, se necesario un tratamiento psicológico con psicoterapia individual, de apoyo o de pareja, según las circunstancias. Es fundamental la participación de la pareja en el proceso terapéutico de duelo y de aceptación, porque es evidente que la relación, de una forma u otra, estará afectada.
Desde nuestra experiencia como psicólogos, es muy útil acompañar y acelerar el proceso de la psicoterapia individual con técnicas como el EMDR, el método SHEC, el EFT o el brainspotting.