Disforia de género

La Disforia de género es una discrepancia entre la identidad de género y el propio sexo físico con el que las personas afectadas no se identifican ni sienten como propio. Esto lleva a un gran malestar psicológico. Al existir una fuerte identificación con el otro sexo, se puede llegar a estados de ansiedad, depresión o irritabilidad mientras persiste el deseo de vivir con un género diferente.

Las personas con Disforia de género con frecuencia se sienten víctimas de un accidente biológico y con un cuerpo incompatible con su identidad de género subjetiva. A todo ello, hay que considerar el entorno social y familiar que habitualmente favorecen el autoenfrentamiento y la disforia personal.

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¿Cuáles son las consecuencias de la Disforia de género?

Las personas con Disforia del género habitualmente muestran una importante inadaptación en áreas sociales, familiares o profesionales en donde la propia imagen, el concepto de uno mismo así como la autoestima quedan afectadas.

En primer lugar, la sensación de inadecuación entre el propio sexo subjetivo y el sexo biológico conlleva un sufrimiento y lucha interna en donde el cuerpo acaba considerándose una cárcel de la que no se puede huir. En segundo lugar, el escaso conocimiento y aceptación de esta situación por parte del entorno social y familiar aumenta el daño, dando lugar al autorrechazo, aislamiento social, agresiones e inadaptación que hacen difícil un normal desarrollo personal.

Dadas las circunstancias, estas personas pueden llegar a sufrir desordenes psicológicos como estrés y ansiedad, depresión, ideación suicida o, directamente, intentos de suicidio.

¿Cuáles son los síntomas o manifestaciones de la Disforia de género?

Las manifestaciones o síntomas más habituales en la Disforia de género son:

  • Un deseo intenso y persistente de cambio, con fantasías de ser del otro sexo.
  • Deseos de vivir o de ser tratado como del otro sexo.
  • Malestar continuado con el propio sexo biológico, de estar atrapado en un cuerpo equivocado, con la creencia de haber nacido con el sexo incorrecto.
  • Aislamiento social y fuertes sentimientos de soledad.
  • Depresión, estrés y ansiedad.
  • Deseos de cambiar o esconder la apariencia física corporal.
  • Ideación suicida y, en algunos casos, intentos de suicidio reales.
  • Incomprensión y rechazo social, escolar y familiar.

DISFORIA DE GÉNERO, AGRESIÓN Y BULLYING

Desgraciadamente, hoy en día es muy difícil encontrar a alguien que haya sobrevivido a una Disforia de género sin secuelas psicológicas. Sin embargo, lo peor proviene de la adolescencia, en donde la familia, los compañeros de colegio y el entorno social estigmatizan una situación considerada caprichosa, dando lugar a bullying escolar y aislamiento personal.

No es nada extraño que este tipo de personas cuando acuden a nuestras consultas vivan entre el autorrechazo más cruel y el deseo de agresión social. Una situación que debería haber transitado desde la infancia con aceptación y normalidad, supone un problema desde el mismo momento de su primera expresión. En todo esto, en nada contribuyen sectores religiosos o políticos imbuidos por creencias tradicionales, considerándose con derecho a presionar sobre como hay que ser. Afortunadamente, lejos quedaron los tratamientos psiquiátricos agresivos, así como la clasificación de enfermedad. Aún así, todavía existe un notable y extenso desconocimiento, incluso entre sectores y profesionales sanitarios escasamente formados, incapaces de prestar una ayuda eficaz. 

Tratamiento psicológico y ayuda con la Disforia de género

El tratamiento psicológico de los pacientes con Disforia de género pasa por una ayuda psicoterapéutica que fomente la autoestima, la propia aceptación y orgullo personal. No es nada extraño que estas personas muestren síntomas de estrés postraumático. En este sentido son útiles técnicas psicoterapéuticas como el EMDR, el Brainspotting o el método SHEC y las Técnicas de Integración Cerebral además de la propia psicoterapia individual.

Sin embargo, además de la ayuda individual, resulta imprescindible en la mayoría de estos casos, el tratamiento familiar con terapia de familia y psicoterapia de grupo. Es fundamental encontrar la propia autoaceptación y la de los demás, así como la comprensión y el apoyo de la familia.

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