La Psicoterapia de Adolescentes es un instrumento de ayuda psicológica muy importante en un periodo de la vida habitualmente conflictivo para los jóvenes y adolescentes. En efecto, la rebeldía, el distanciamiento de la familia y su autoridad, el contacto social, el miedo y la inseguridad, el rendimiento académico, o la necesidad de manifestar la propia identidad, puede llevar a problemas emocionales o de comportamiento que requieren la intervención de un equipo de psicólogos.
En general, cuando tratamos con los adolescentes lo más habitual es que quien demanda ayuda sea la familia: padre, madre o persona que esté a su cargo. Es raro que el propio adolescente busque una intervención psicológica directamente. En el primer caso, sintiéndolo como una imposición autoritaria, lo más común que el adolescente no quiera acudir al tratamiento negando que tenga ningún problema.
Aquí es donde la Psicoterapia del Adolescente requiere de habilidades terapéuticas especiales para lograr una buena vinculación, trabajando conjuntamente con la familia. Y es aquí en donde este tipo de psicoterapia de adolescentes se diferencia del resto: el trabajo conjunto con la familia es una necesidad sin la cual nunca se podrá obtener ningún éxito terapéutico.
¿Cuáles son los problemas más habituales entre los adolescentes?
Es importante recalcar que, para hacer una psicoterapia con un adolescente, no es necesario que tenga una enfermedad mental. Basta con sentir que existe un conflicto, sufrimiento por parte de la familia o del propio adolescente, o alguna situación problemática que, después de sucesivos intentos, no ha logrado resolverse. ¿Y cuáles son los problemas más habituales?. Principalmente en nuestra consulta psicológica nos hemos encontrado con:
- Problemas de ansiedad y del estado de ánimo, tales como miedo, depresión o inestabilidad emocional.
- Inseguridad personal, que afecta a su propia imagen así como a sus capacidades sociales y personales.
- Problemas del sueño y de la alimentación, habitualmente debido al descontrol e irregularidad en los hábitos cotidianos.
- Trastornos de la alimentación, como pueden ser la anorexia, bulimia o el ‘vomiting‘.
- Problemas de imagen e identidad, muy relacionados con los trastornos de la alimentación, con adicciones al deporte, adicciones a sustancias, o con conductas de riesgo o antisociales.
- Adicciones, especialmente drogas o alcohol.
- Adicciones a las tecnologías, especialmente al móvil, videojuegos, redes sociales o WhatsApp.
- Conflictos y enfrentamientos con la familia, en donde se pone en juego el deseo de mantener la propia identidad e independencia frente a la autoridad familiar.
- Dificultades en las relaciones sociales, ya sea por timidez, inseguridad, o dificultades en la adaptación al entorno social que pueden llevar al aislamiento.
- Problemas académicos, con dificultades de rendimiento, desmotivación o abandono de los estudios.
Si en algo nos tenemos que preocupar con los jóvenes y adolescentes, es con su abuso de las tecnologías. En efecto, ya sean las redes sociales, los videojuegos interactivos, el WhatsApp o la navegación indiscriminada con el móvil o con la tablet, muchos de ellos llegan a desarrollar auténticas adicciones con la misma gravedad de síntomas que muestra la adicción a las drogas.
No es un problema menor dado el impacto que este comportamiento suele tener sobre la familia, en términos de aislamiento social o familiar, abandono de hábitos saludables, agresividad o enfrentamientos.
Porque más allá del uso lógico y necesario de las tecnologías en nuestro tiempo, el abuso y adicción en los jóvenes pone de manifiesto los déficits más importantes del adolescente; a saber, narcisismo y problemas de imagen e identidad, dificultad en las relaciones sociales directas, deseos de éxito e independencia, o la agresividad, impulsividad y comportamientos antisociales.
Los trastornos más extremos los encontramos en los jóvenes incapaces de desconectarse por las noches del móvil, de jugadores de videojuegos que no duermen, ni comen, ni se levantan de sus mesas durante días, del que se aísla en su habitación con su ordenador y se desconecta de la familia, de los estudios y del mundo exterior, del que necesita sentir el seguimiento y aprobación de los demás, llegando a realizar constantes ‘selfies’ o ‘reels’ en busca de seguidores.
¿En qué consiste la Psicoterapia de Adolescentes?
En general, aunque el protagonista principal de la intervención sea el adolescente, habitualmente es necesaria también la colaboración de padres, familiares o figuras de apoyo. Esto implica que las sesiones deben combinarse de forma individual con el adolescente, así como grupalmente con los padres o responsables.
Uno de los aspectos más importantes, si queremos lograr una buena vinculación y colaboración con el adolescente, es la de asegurarle la privacidad absoluta del contenido de las sesiones individuales. Aunque esto no es habitualmente fácil de entender por los padres, resulta fundamental no traicionar dicha confidencialidad, dado que entonces destruimos no sólo la terapia sino también la vinculación y confianza con el adolescente. Hemos de convencer a los padres de la necesidad de este esfuerzo, por el éxito del tratamiento.
También puede darse el caso (bastante habitual) de que el adolescente se niegue radicalmente a asistir a las sesiones. En estos casos, la terapia puede realizarse con sesiones con los padres en donde se les dan instrucciones, convirtiéndoles temporalmente en coterapeutas. Además de influir en el comportamiento del adolescente, dichas intervenciones tienen como objetivo indirecto lograr también la incorporación del adolescente a las sesiones.
Por lo tanto, existen tres formas de abordaje en la psicoterapia del adolescente:
- Totalmente individual o directa, en donde el adolescente, bien sea por voluntad propia o por limitaciones de asistencia de los padres, acude solo a las sesiones durante todo el tratamiento.
- Una forma mixta de intervención (la más adecuada), en donde se combinan las sesiones individuales del adolescente con sesiones con la familia, siendo mayor la frecuencia de sesiones individuales con el adolescente.
- Una forma indirecta, ya indicada, en donde las sesiones se realizan solo con la familia, dada la negativa del adolescente de acudir a las sesiones.