Resumen del artículo publicado en El Publicista con el título: ‘¿Como nos ha cambiado esta pandemia?’. Abril, 2021.
¿Nos ha dañado la pandemia?. Para bien o para mal, ya no seremos nunca los de antes. En efecto, la pandemia y el confinamiento han afectado nuestra más profunda sensación de seguridad personal. Se ha incrementado el miedo y la inseguridad, mientras ilusiones y planes quedaban relegados y olvidados. Oportunidades y momentos perdidos, trozos de vida irrepetibles que no volverán.
Pero también hemos encontrado oportunidades inesperadas, nuevas posibilidades y estilos de vida, un mayor aprecio por la salud así como del cuidado de las relaciones con los demás. Hemos confirmado nuestra fortaleza, nuestros límites, de hasta dónde podemos aguantar.
¿Estamos más tristes, enfadados y cansados?
No parece que la pandemia haya traído en general más bienestar, aunque pueden haber surgido oportunidades de cambio personal, familiar, social o laboral. Hemos luchado por adaptarnos, por sacar lo bueno aunque no siempre haya sido posible.
Todos sabemos o intuimos las implicaciones físicas y psicológicas del confinamiento y las limitaciones a la movilidad. Como psicólogos hemos constatado un aumento de la sensación de fragilidad, de inseguridad personal, de miedo. La pandemia nos ha recordado que se puede perder en un momento la salud, el trabajo, las relaciones personales.
Todavía no disponemos de estadísticas, pero existe el común acuerdo entre psicólogos y profesionales de la salud que el confinamiento ha dado lugar a problemas de ansiedad, de sueño, o de determinadas fobias como el ‘Síndrome de la cabaña’ en donde muchas personas han justificado sus temores recluyéndose en casa más allá de lo necesario.
También se ha observado un incremento de apatía, tristeza y desmotivación, sensación de rutina (‘es como el día de la marmota, todos los días son iguales’). Sin embargo, lo más llamativo es un estado de tristeza permanente, definida por el psiquiatra J.D. Nasio como ‘Depresión Covid-19’, caracterizada por una disminución en la capacidad de sentir placer, irritabilidad, fatiga, así como un estado de ánimo bajo. A este estado también se le denomina ‘fatiga pandémica’. Es decir, no llegamos a una depresión pero estamos más tristes, irritables y apáticos.
¿Nos hemos hecho más adictos?
Según datos del Observatorio Español de las Drogas y Adicciones (2020) el consumo de sustancias psicoactivas, alcohol o tabaco, no aumentó, incluso se redujo o cesó en los meses de marzo a junio de 2020. Probablemente se debió a las limitaciones de espacios y oportunidades para consumir, para abastecerse, por una subida de precios del cannabis, por un mayor control familiar, y un incremento de la preocupación por la salud.
Sin embargo, existe acuerdo entre psicólogos y personal sanitario en el incremento de comportamientos o adicciones comportamentales. Así, el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones (2020) muestra un aumento del consumo tecnológico, con prácticas de riesgo online, abuso de Internet, de video-juegos, whatsApp y redes sociales, especialmente entre adolescentes. Todo muy consistente con los datos del departamento de Salud del gobierno vasco (2020) y Proyecto Hombre, en donde además se indica un incremento del tiempo frente a las pantallas así como del consumo de pornografía entre la población joven.
¿Cómo seremos a partir de ahora?
Las estadísticas indican que se ha incrementado la preocupación por la salud. Igualmente el abuso de sustancias no ha tenido grandes oportunidades de crecer. Es decir, hemos tomado consciencia de la importancia de la salud y del cuidado personal, sin un incremento del consumo y abuso de drogas.
Sin embargo, al mismo tiempo, el confinamiento ha cambiado muchos de nuestros hábitos, ha abierto la puerta de adicciones y abusos tecnológicos entre las personalidades más vulnerables. Por ello, todavía está por ver que pasará a partir de ahora.
Muchos saldrán reforzados mientras que algunos quedarán estancados con dificultades psicológicas derivadas del aislamiento. Igualmente hay que estar pendiente de las consecuencias en el desarrollo de adicciones comportamentales en la medida en que los controles educativos se relajaron.
Si algo está claro es que ya no seremos los de antes, nos hemos visto frente a nuestras debilidades, nos hemos fortalecido, mejorado, y también es posible que también hayamos sucumbido en dificultades personales, laborales, psicológicas, sociales o familiares. La rabia y la insumisión son expresión del cansancio, de la necesidad de retomar la vida, de no perder más oportunidades. Porque en efecto, aunque no lo pretendíamos, habremos cambiado.
José de Sola
DE SALUD PSICÓLOGOS / Psicólogos en Madrid / Psicólogos en Málaga